NO A LA DISCRIMINACIÓN INDÍGENA
La diócesis de
Orizaba está conformada por los ambientes urbano, rural e indígena. Y en todos
los ambientes se vive pobreza, sobre todo porque no hay fuentes de trabajo.
Esto obliga a mucha gente a sobrevivir con el ambulantaje.
El 10 de mayo
apareció en un diario de la región, que la víspera del día de la madre, unos
inspectores de comercio del Ayuntamiento atentaron contra la dignidad de una
mujer indígena que vendían flores en el centro de Orizaba.
Se comprende que
haya reglamento para controlar el ambulantaje en el centro de la ciudad, pero
no se comprende cómo pueda sobrevivir la gente cuando no hay fuentes de
trabajo.
Pero además, el
trato fue grosero y racista. No sólo por la forma de dirigirse a la mujer esa
noche, sino porque, como se supo después, se impide, agrede y extorsiona, sobre
todo, a las ambulantes indígenas.
Dios, que es Padre y Madre, no distingue a ninguno de
sus hijos e hijas; por lo tanto, nosotros tampoco tenemos que hacer diferencia
de personas, ni permitir que se dé la discriminación a nuestro alrededor.
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