viernes, 1 de junio de 2012


 NO A LA DISCRIMINACIÓN INDÍGENA

La diócesis de Orizaba está conformada por los ambientes urbano, rural e indígena. Y en todos los ambientes se vive pobreza, sobre todo porque no hay fuentes de trabajo. Esto obliga a mucha gente a sobrevivir con el ambulantaje. 
 
El 10 de mayo apareció en un diario de la región, que la víspera del día de la madre, unos inspectores de comercio del Ayuntamiento atentaron contra la dignidad de una mujer indígena que vendían flores en el centro de Orizaba.

Se comprende que haya reglamento para controlar el ambulantaje en el centro de la ciudad, pero no se comprende cómo pueda sobrevivir la gente cuando no hay fuentes de trabajo.

Pero además, el trato fue grosero y racista. No sólo por la forma de dirigirse a la mujer esa noche, sino porque, como se supo después, se impide, agrede y extorsiona, sobre todo, a las ambulantes indígenas.

Dios, que es Padre y Madre, no distingue a ninguno de sus hijos e hijas; por lo tanto, nosotros tampoco tenemos que hacer diferencia de personas, ni permitir que se dé la discriminación a nuestro alrededor.


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