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Una manera de hacerlo es viviendo los valores humanos y cristianos; un valor muy importante y fundamental es la CARIDAD. Esta la debemos practicar en nuestros hermanos, pero en este caso quisiéramos situarnos en las mujeres, ya que la violencia contra ellas es una realidad, e incrementa diariamente tomando muchas formas crueles y funestas.
La violencia que se ejerce contra las mujeres no sólo se encuentra en el hogar sino también se extiende a todos los sectores donde la mujer se relaciona y participa. ¿Y quienes son los victimarios? Son todos aquellos que contribuyen a violentar los derechos humanos de muchas mujeres; sean hombres (en su mayoría) o las mismas mujeres que por rivalidad se convierten también en victimarias de su propio género pisoteando la dignidad que Dios nos confirió a todos los hombres y mujeres desde la creación del mundo.
Vivamos y practiquemos entonces la caridad con las mujeres que nos rodean en casa, la iglesia, el trabajo, la escuela, o en la calle tratándolas con amor y con respeto. Hagámonos agradables a Dios a través de nuestro trato a las mujeres para obtener su misericordia y su Gracia. En este Adviento resuena fuerte la voz del que clama en el desierto "Escuchen ese grito: preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos" Mc 1,3.
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