DIA DE REYES
Las expectativas de la mayoría de los niños crece exponencialmente a medida que se acerca el tan esperado día de reyes, donde según la tradición popular católica los Reyes Magos de Oriente (o simplemente Reyes Magos) tras el nacimiento de Jesús de Nazaret, acudieron desde países extranjeros para rendirle homenaje y entregarle regalos de gran riqueza simbólica: oro, incienso y mirra.
Es una práctica donde cada año los niños y sus papás son protagonistas de tan esperado evento. También, las empresas de expendio y distribución de juguetes en nuestro país, garantiza esta temporada una derrama económica de miles de millones de pesos. Con el bullicio que esto causa algunas familias olvidan el verdadero sentido de esta fiesta popular y dedican todos sus esfuerzos sólo en la parte comercial.
La adoración de Jesús niño como Dios, nos recuerda que en la atención a nuestros hermanos estamos adorando a Dios. Especialmente en los niños podemos encontrar todo el amor, misericordia y bondad de nuestro Dios.
Sin embargo y a pesar de lo que parezca, las cifras de niños maltratados va en aumento, según la UNICEF la violencia en México es un factor determinante de la deserción escolar e incluso, una causa importante de muertes infantiles. Miles de niños, niñas y adolescentes en México, crecen en un contexto de violencia cotidiana que deja secuelas profundas e incluso termina cada año con la vida de centenares de ellos. Gran parte de esta violencia, que incluye violencia física, sexual, psicológica, discriminación y abandono, permanece oculta y en ocasiones, es aprobada socialmente. Según el Informe Nacional, 2 niños con menos de 14 años mueren cada día a causa de la violencia en México.


En la Biblia podemos observar cómo cuando los niños se acercaron a Jesús los discípulos les reñían (Lc 18,15), lo cual es un primer síntoma de cómo los niños por su aparente debilidad no son respetados muchas veces por los adultos. Más Jesús llama a los niños diciendo «Dejad que los niños vengan a mí y no se lo impidáis; porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él.» (Lc 18, 16-17).

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